Ojalá alguien me hubiese dicho esto antes de divorciarme y es que a lo largo de todo mi proceso me he dado cuenta de que estamos muy desinformadas. Y ya no sólo a nivel teórico, sino también a nivel emocional, vivencial.
Cuando tenemos que vivir un divorcio nos enfrentamos a una situación totalmente nueva, desconocida, en un momento en el que estamos totalmente vulnerables emocionalmente.
Un momento en el que sentimos culpa, vulnerabilidad, tristeza, miedo, incertidumbre, soledad,… y en el que tenemos que tomar decisiones importantes para nuestra vida y la de nuestros hijos en presente y futuro.
Y aunque el número de divorcios en España ha aumentado en los últimos años, tengo la sensación que el divorcio sigue siendo un tabú del que poco se habla, por eso hoy os quiero compartir tres cosas que me hubiese ido bien saber antes de divorciarme.
El divorcio es un proceso largo
Cuando empecé las gestiones para divorciarme, yo pensé que en unos meses quedaría todo solucionado, qué engañada estaba…
El divorcio es una carrera de fondo en la que yo diferencio tres fases:
1.- Fase de negociación: esta fase se inicia desde el momento en que se toma la decisión y comprende todas esas conversaciones, todos esos tiras y afloja, todas esas negociaciones que tienes que tener con tu ex para llegar a un acuerdo y optar por la vía de mutuo acuerdo.
Yo inicié esta fase pensando que esto nos llevaría poco más de un mes, pero acabaron siendo unos seis. Convenio arriba, convenio abajo, modificación por aquí y por allá el tiempo se fue dilatando.
Ojo con esta fase, porque muchas veces por querer que se termine lo antes posible, por querer que se firme el convenio cuanto antes, no se toman buenas decisiones y el convenio regulador es un documento de obligado cumplimiento que nos acompañará muchos años y aunque se puede modificar en el futuro, eso implica meterse en nuevas negociaciones y procesos judiciales.
Una de las cosas más complicadas de esta fase creo que es gestionar la incertidumbre, aun no hay acuerdos firmes y eso muchas veces provoca una falta de compromiso.
2.- Fase judicial: tanto si vas por mutuo acuerdo, como si no se llega a un entendimiento y tienes que iniciar un proceso contencioso, hay que pasar por el juzgado y poco se habla de los tiempos que se mueven en los juzgados. Procesos que se dilatan en el tiempo, citaciones con meses de espera. Y entre espera y espera se mantiene la incertidumbre de no tener un documento en firme.
Por no hablar del coste económico que supone un divorcio, que en muchas ocasiones nos provoca un endeudamiento, que sumado al techo de cristal que sufrimos las mujeres laboralmente, el problema de conciliación y la presión social por llegar a todo nos hace el camino un poquito cuesta arriba.
3.- Fase postjudicial: la que se sucede después de tener la sentencia de divorcio. Porque al tener hijos en común es imposible tener contacto 0 y los hijos crecen y nos encontramos en situaciones nuevas que no se habían previsto en convenio, y esto nos hace que hay que seguir negociando, en el mejor de los casos. Eso si no se entre en una lucha entre las partes.
Un sistema que no te lo pone fácil
Aunque las cosas poco a poco van cambiando, vivimos en un sistema y una sociedad en la que la mujer no lo tiene fácil y una mujer divorciada con hijos menos (y ya no te digo una mujer divorciada con hijos afrontando la maternidad en solitario, sin corresponsabilidad). Aún el sistema tiene mucho por hacer en cuanto a la protección de la mujer y de la infancia.
Qué bien me hubiera ido que me explicaran que el sistema iba a ser otro Goliat al que hacerle frente. Ha sido una de las cosas de mi divorcio que más me ha costado gestionar emocionalmente (y me cuesta).
Nadie me contó que para conseguir una sentencia firme, al no localizar a la otra parte, iba a tener que pagar sino todo el esfuerzo realizado no iba a tener sentido, nadie me contó que para poder solicitar ayudas iba a tener que insistir porque sino no te dicen nada, nadie me dijo que un abandono de familia tenía tan pocas consecuencias.
Aquí hablamos de la violencia institucional, hasta el punto de tener que oir que “si algún día aparece y tienes problemas pues te vas a la policía”. No sería más fácil prevenir por parte de las instituciones? La prevención siempre tendría que ser la primera opción. Que nos sintamos seguras tendría que ser la primera opción. Que podamos salir adelante tendría que ser la primera opción.
Cómo hacer frente a esto? Creo que es clave contar con un buen asesoramiento legal y fiscal, con profesionales especializadas, porque eso te da seguridad, y la seguridad no tiene precio. Y también contar con una red de amigos/familia que te de soporte cuando lo necesitas, porque no podemos hacerlo solas. Todo este proceso además de un desgaste económico, tiene un desgaste emocional muy importante y contar con apoyo es fundamental.
Se que ponerle voz a lo que estás viviendo no es fácil, las personas que te rodean tienen también que aprender a ayudarte, también es nuevo para ellos. Di lo que necesitas y lo que no necesitas para que esa ayuda sea realmente efectiva.
Pedir ayuda emocional está bien
En un primer momento solo piensas en sacar a tus hijos adelante, tu mundo se centra en su totalidad en eso. Cuando la situación es complicada, tú pasas al último puesto y llega un día que te das cuenta que así no vas a poder seguir adelante.
Yo me pasé los dos primeros años en piloto automático, pero llegó un día en el que me pare y me miré y me di cuenta de que estaba rota por dentro. En ese momento no tenía, como le pasa a muchas mujeres, la capacidad económica para ir a una psicóloga. Pero hay alternativas, y pedí ayuda en asuntos sociales y durante un tiempo tuve apoyo gratuito.
Conforme ha ido pasando el tiempo y las cosas han ido mejorando, me he preocupado de cuidar de mi salud mental y me he dado cuenta de que es clave para hacer frente a todo este proceso.
Siempre digo que “SI TÚ ESTÁS BIEN, TODO ESTÁ MUCHO MEJOR”.
Cuidar de tu salud mental te hace tomar mejores decisiones, te ayuda a hacer frente de mejor manera a las situaciones retadoras, te hace tener una mejor relación con tus hijos y con las personas que te aprecian y te da paz mental.
El divorcio es una etapa de turbulencias vital, pero que también te da la oportunidad de reescribir tu historia y has de aprovecharla. Tienes la oportunidad de reconstruir tu vida, a una vida que te mereces. Te recuerdo la pregunta clave que me hice yo hace unos años para iniciar mi reconstrucción: “Qué vida quiero tener?”
Y cuando dudo o cuando hay algo que no me suma me vuelvo a hacer esta pregunta y me ayuda a tomar decisiones.
Espero que este post te haya servido para tu proceso y si necesitas hablar o resolver dudas, si necesitas saber qué pasos dar, si te sientes perdida, puedes reservar tu sesión de acompañamiento AQUÍ y juntas avanzaremos en este camino.
Gracias por estar al otro lado.